Por Carlos Randazzo
Señor alcalde tal vez usted no me conozca pero sepa que vivo en Bogotá y por lo tanto usted me gobierna. Quisiera recordarle una frase pronunciada por Alcide de Gasperi, gran estadista italiano: “El político piensa en la próxima elección. El estadista en la próxima generación”. Esta frase tenía el fin de distinguir a los políticos de los estadísticas. Los primeros buscan perpetuarse en el poder y los segundos cambiar realmente la vida de la gente.
Algo análogo nos ocurre en Bogotá, donde la Alcaldía mayor es vista como un trampolín a la Presidencia de la Republica. Es claro señor Alcalde que usted aspira a ser presidente lo más pronto posible (posición totalmente legitima conforme a la Constitución y a las leyes), y por eso desea usted terminar rápido todo en Bogotá para proyectarse a nivel nacional y ganar las elecciones presidenciales.
Esta aspiración suya es legítima pero contraproducente porque lo lleva a querer hacer todo rápido y como se dice popularmente “a las patadas”, sin pensar en las consecuencias de sus decisiones y en si estas están debidamente fundamentadas, estudiadas y lo más importante ejecutadas de manera eficaz y exitosa.
Creo que pocos dudan sobre los posibles beneficios de sus propuestas de reciclaje, centros de atención a los indigentes o el tranvía por la carrera séptima. Creo que lo que muchos le criticamos a usted son las maneras de hacer las cosas. Una ejecución sobre la marcha sin planificación. También criticamos su talante autoritario y que descalifique al que no esté de acuerdo con usted es calificado de mafioso o paramilitar, entre otros epítetos impublicables. Dentro de la democracia se tiene derecho a disentir, a contradecir y a criticar a los gobernantes, dijo Thomas Jefferson “entre un Estado sin prensa y con gobierno y uno con prensa y sin gobierno, prefiero lo segundo” la libertad de prensa, de expresión y de crítica permite construir un debate democrático sobre los asuntos públicos.
Toda crítica dentro del mismo gabinete es silenciada y se rodea usted de gente leal pero aduladora, que son incapaces de decirle a usted que se equivoca en muchas cosas.
Creo señor alcalde que usted desea un cambio profundo en Bogotá de la noche a la mañana y eso no es posible porque todo cambio toma tiempo, estudio y planificación para que la ejecución del cambio sea exitosa. No deje que sus ambiciones políticas arruinen la ciudad y la dejen en la postración.
Por el bien de Bogotá, espero que usted reflexione sobre lo que ha ocurrido en su primer año de gobierno y cambie sus actitudes y métodos camorristas. Deje sus afanes de llegar a la presidencia y concéntrese en hacer la mejor alcaldía posible para Bogotá y sus habitantes, y la nominación presidencial llegara naturalmente como fruto del reconocimiento de sus conciudadanos.
Recuerde se lo eligió en pueblo en democracia y no como rey intocable. Recuerde a Lincoln: “la democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.